Tocarte la mano, mirarte, pensarte, extrañarte, es una de las pocas acciones que despiertan algo dentro de mí (y puedo mencionar) cuando estamos juntos. ¿Amor? No lo sé, llámalo cómo gustes. ¿Para mí? Efectivamente. Buscar en lo más profundo de mi mar interior me lleva a encontrar los más grandes tesoros que cualquier navegante envidiaría. La sola idea de hace una imagen tuya mentalmente, origina algún tipo de desorden dentro de mí. ¿Las ganas de tenerte? Desbordan cualquier parecido antónimo a lo que llamas cordura; sin embargo, dentro de este frenesí sin salida, encuentras paz, ternura y un hogar. Si, una dulce morada. Donde la calidez y la confianza contrapesan dimensiones increíbles. No dudes en saber escoger esas llaves.