Sí viajé.
A la isla de sus besos, solitarios y rodeados de pasión.
Al desierto de su mirada;
como un color rojo e intenso,
tan prolijo de los atardeceres en este bioma.
Al tipo de bosque que eran sus abrazos;
frondosos y misteriosos,
en cada uno hallaba una reacción nueva.
Al arrecife de sus emociones, tan profundas y aún por
descubrir.
¡Vaya que me encantaba viajarlo!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario